Lo tomo y pienso en mis hijos y en los hijos de mis hijos...
"Es frecuente que un padre proyecte en su hijo aquello que le falta de su pareja o de sus propios pades, o
aquello que le faltó en su familia de origen, o aquel sueño que no pudo cumplir. Y que el hijo, por amor, acepte el reto. Al precio, claro está, de su libertad y de la fuerza para seguir su pripio camino. Los hijos necesitan sentirse libres para cumplir su cometido en la vida. Y les va mejor cuando tienen el apoyo de sus padres y sus anteteriores, y cuando se encuentran en orden con ellos. en cambio, sufren cuando uno de los padrres desprecia al otro o ambos se desprecian mutuamentem o cuando tiene que implicarse excesivamente con uno de los dos o con los dos. Si los padres se desprecia, al hijo le resulta dificil no despreciarse a si mismo y no parecerse a la peor versión que el padre o la madre ha diseñado del otro progenitor. Pues, en lo profundo, un hijo no puede prescinir de amor a ambos padrres y no dejar de hacer acrobacias emocionales para ser leal a ambos, incluso imitando su mal comportamiento, o su alcoholismo, o sus fracasos y desatinos.
'Hijo, en ti sigo queriendo a tu padre, en ti siego viéndolo y respetándolo'; 'hija, tú eres el fruto de mi amor y mi historia con tu madre, y lo vivo como un regalo y una bendición'; 'hijo, respeto lo que vives con tu padre/madre, y cómo eres pareciéndote a él/ella'; 'hija, yo solo soy el padre/la madre, más es demasiado'. Estas y otras parecidas, son frases que apuntan al bienestar y el regocijo de los hijos. ¿Qué ayuda, por tanto? Que los hijos reciban uno de los mayores regalos posibles en su corazón: ser queridos tal como son, y muy especialmente querer en ellos a su otro progenitor, porque así se sienten completamente amados, ya que, de una forma sutil y a la vez muy real, un hijo no deja de sentir que también es sus padres."
Querido Joan, tus palabras llegan profundo. ¡gracias!
Elisabeth Tepper Kofod
elitepperk@gmail.com
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